“Estoy vomitando.”
“¿Comiste algo raro anoche?” Le pregunté.
“No, lo mismo que tu. ¿Cómo te sentí tu?”
“Bien, supongo.”
“Tonces.”
Aquí es cuando empiezo a cachar que no es una llamada de regaloneo. Es la pesadilla de todo hombre soltero – y de muchos hombres casados.
“¿Crees que te cayó algo mal a la guata?” Pregunto. Es difícil solamente decir las palabras. Su impacto es muy fuerte.
“No se.”
“¿Quieres que te lleve de esas gotitas pa’ la guata?” Término ahora.
“¿Podí? Bkn, gracias.” Pausa. Ahora viene. “Y me podí traer una prueba de embarazo también porfa.”
Cuando sabes que te van a pegar una cachetada, duele más.
Cuelgo el teléfono, me lavo los dientes, y me echo agua en la cara (una ex polola me convenció que ocupar jabón en la cara más de dos veces al día es malo para la piel), y agarro las llaves del auto.
Es el peor viaje que un hombre puede hacer.
En la farmacia, pesco unas Lays, una Coca Zero, y pido las gotitas para el estómago, Emetrol se llama. Me quedo pensando cómo pedir la prueba de embarazo. Al final me muestra una que se llamaba E.P.T Prueba de Embarazo. Parece la mas simple: Un poco de pipi en el palito, y esperas a que salga un signo menos (que indica libertad) o un signo mas (que indica esclavitud ineludible). Elijo el set con dos palitos. Puede que necesite una segunda opinión.
Al final, para la cajera, parece muy obvio mi motivo acá. Esto es mucho más vergonzoso que comprar condones, aunque me imagino que deben haber cosas más vergonzosas. Como pedir crema para hemorroides. O crema para herpes. O vaselina y un pequeño bate de juguete.
Ellos quizás lo han visto todo.
Me apuro a la casa de mi polola. Me abre la puerta llevando puesto solo una polera verde. Su carita chica pálida, su pelo castaño despeinado, su cuerpo emanaba calor. Se veía bien. No es chiste.
Encontró la bolsa y empezó a sacar sus contenidos. Lo primero que agarra es la Coca Zero.
Miro cuidadosamente la prueba de embarazo para ver si esta lista, pero ella solo se lo lleva al baño junto con la medicina. Quizás quiere esperar. Hay mucho que hacer primero.
No lo menciona. Y tampoco yo. Ella ya me ha dicho varias veces que esta en contra del aborto. Así que no hay forma de convencerla con eso. O estamos cagados o no.
Mientras se pasea por su pieza ordenando, comienzo a pensar cómo debemos manejar la prueba. Lo mejor debe ser entrar al baño juntos, como una unidad. Me pararé a su lado, y educadamente miraré hacia otro lado mientras ella mea en el palito. Luego lo pondremos encima del lavamanos y esperaremos. Podemos empezar a imaginarnos situaciones distintas juntos.
Supongo que podría casarme con ella. Cuando recién comenzamos a salir, yo pensaba que ella era la indicada. La gente dice que tú simplemente lo sabes, y por primera vez yo lo sabía: recuerdo estar tirando con ella en el sillón en nuestra segunda cita y pensando, amo a esta mina, sabiendo que tendría que esperar como un mes más para decírselo. Recuerdo mirarla mientras dormía, y darme cuenta que la voy a amar por siempre, no importa que tan vieja y arrugada se ponga.
Pero últimamente se ha puesto celosa. No le gusta que hable con otras minas en carretes, aunque les hago claro que ella es mi polola. No le gusta que conteste mi celular cuando estoy con ella, ni aunque sea a mitad de semana y hemos estado juntos por casi 40 horas seguidas y es por la U. O cuando estamos acostados juntos, y ella me está mirando los ojos y, por un segundo, me acuerdo sobre un trabajo que tengo para mañana, queda la cagá por estar pensando en otra cosa que no sea ella. No puedo vivir el resto de mi vida con la policía mental.
Ojala la prueba dé negativo.
Se acerca a la tele y pone un DVD de Sex and the City, tercera temporada. Ella ha visto cada capítulo como tres veces por lo menos. Se refiere muchas veces a ellos.
Ella siempre me dice que me va a amar por siempre, pero ¿cómo puede existir el amor sin confianza?
La ansiedad afecta mi vejiga como la cerveza, y me encamino al baño. Mientras me lavo las manos después, veo el palito de embarazo sobre el lavamanos. Ella lo tiene listo ahí, listo pa hacer. Que tierna.
Lo recojo y lo examino. Nunca había visto uno antes. Hay un pequeño signo menos en la ventanita redonda.
Primer pensamiento: Ella no está embarazada. Alivio.
Segundo pensamiento: ¿Se hizo la prueba sin mi?
Salgo del baño para verla tirada en el piso frente a la tele donde la deje. Está viendo el capítulo donde Charlotte y Trey deciden tomarse un tiempo.
“¿Por qué no me dijiste que salió negativo?”
Ella me mira y se encoge de hombros. “No te quería wear más.”
Después vuelve a la tele. Sé cómo termina el capítulo. Sé como todos terminan. La pareja termina. Después vuelven de nuevo. Y después terminan de nuevo. Algunas cosas simplemente han de no ser.
Por Pedro López Barahona